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Migrando hacia otras formas de experimentar la educación

Desde el pasado abril de 2021, jóvenes de diferentes profesiones, con experiencia en liderazgo y educación, iniciamos nuestra labor trabajando en albergues de Ciudad Juárez, Tapachula y Tijuana, realizando intervenciones educativas para niñas, niños y adolescentes (NNA, en adelante) desde los 0 hasta los 17 años, con el objetivo principal de garantizar su derecho universal del acceso a la educación, a través del desarrollo motriz, la educación socioemocional y el fortalecimiento de habilidades lectoescritoras y pensamiento matemático, utilizando, sobre todo, la metodología de aprendizaje a través del juego y la pedagogía del amor.

Durante estos meses de convivir y compartir con cientos de NNA que se desplazan de sus hogares en búsqueda de mejores oportunidades y persiguiendo sueños que muchas veces vienen de sus madres, padres o personas cuidadoras primarias, hemos tenido la oportunidad de conocer y aprender de, con y junto a ellas y ellos. Estos NNA, que se encuentran en edad escolar, en muchas ocasiones no reciben educación formal, ni información para acceder a ésta durante su estancia en nuestro país.

Es por ello que nuestra labor resulta de vital importancia con miras a combatir el rezago y brindar oportunidades educativas; sin embargo, no todas y todos los NNA que atendemos han experimentado un proceso educativo escolarizado, y si lo han hecho, éste ha sido bajo metodologías de enseñanza tradicionales, que conciben a la persona docente como proveedora de saberes, y a las y los NNA como simples “receptores” del conocimiento.

Si bien hay NNA que se entusiasman con nuestras intervenciones educativas por la posibilidad de aprender cosas nuevas, porque ven en la educación un medio para salir adelante, o por el simple hecho de romper con el tedio de la rutina del albergue, también es evidente que algunas y algunos se sienten cansados, frustrados y con poca motivación para integrarse a las actividades. Esto ocurre sobre todo con adolescentes no acompañados, pues para ellas y ellos, su prioridad es dejar los albergues para continuar su camino o bien regresar a sus casas, con sus seres queridos.

¿Cómo hacer que niñas, niños y adolescentes que se encuentran en albergues, por su situación de movilidad, se enamoren de la educación cuando carecen de estabilidad, de una casa, de su familia, y por ende, de un abrazo cálido? Ese es el reto al que nos enfrentamos día a día en nuestro trabajo.

Como aprendimos con Berger y Luckmann (1968), la realidad se construye socialmente y las palabras tienen poder, construyen realidades. Las utilizamos a cada momento de cada día de nuestras vidas y, muchas veces, sin imaginar el impacto que estas pueden tener en las personas.

Tomemos en cuenta un ejemplo. La palabra “someter” proviene del latín submittere, que se conforma de “sub” —proposición con significado de “bajo” o “debajo”— y “mittere” que significa “enviar”, “transmitir”, “soltar”. Este verbo suele verse asociado a palabras como: sujetar, humillar, conquistar, subyugar, subordinar, obligar, entre otras similares, todas ellas sugiriendo una relación jerárquica y de poder entre dos entes.

Al preguntarle a un joven de 17 años sobre su experiencia participando en las intervenciones educativas de nuestro equipo, en un albergue para adolescentes no acompañados, nos llamó la atención su respuesta: “nos someten para participar en las clases, pero al final nos terminan gustando porque son diferentes, aquí jugamos y nos dejan usar las tablets”. Esto nos llevó a cuestionarnos: ¿por qué la educación es a menudo vista como un acto de sometimiento?

Como mencionan Bonantini et. al. (2006, p. 421), “educar es un término que proviene del latín educare y está emparentado con ducere que significa conducir, por lo tanto, educar es conducir al sujeto hacia una cierta forma requerida para el sostenimiento de las relaciones sociales.” Esta oración implica que como docentes y estudiantes también estamos a merced de las distintas hegemonías presentes en la sociedad de las que formamos parte y, por ende, de sus relaciones de poder.

Llevamos años y años de ver pasar frente nuestros ojos diferentes reformas educativas que buscan colocar al estudiante al centro del proceso de enseñanza aprendizaje, sin embargo, los contenidos académicos en su mayoría permanecen intactos. Aprendemos, por ejemplo, las mismas lecciones de historia en primaria, secundaria e incluso en educación media superior, creyendo que estos conocimientos nos darán las habilidades para insertarnos en la vida sociopolítica, olvidándonos de generar espacios de aprendizaje verdaderamente significativos.

¿Cómo generar entonces espacios educativos libres, amorosos y seguros? A través de la pedagogía del amor, como menciona Ortiz Ocaña (2021), pues es a través del amor hacia el conocimiento que el estudiante aprende y comprende. Esto es, viendo la educación no como sometimiento o adoctrinamiento, sino como liberación de las opresiones sistémicas, es que los NNA pueden transformar su realidad cuestionando y cuestionándose, a partir de su lenguaje, de su cultura y de su misma identidad.

Es por ello que en nuestros programas, buscamos garantizar el derecho a la educación de calidad de niñas, niños y adolescentes que se encuentran en situación de movilidad, crisis o conflicto, para que, en cuanto puedan reintegrarse a un ambiente escolarizado cuenten con las herramientas para seguir con su proyecto de vida. A pesar de que NNA llegan con ideas preconcebidas de cómo es la educación, o cómo se vive una clase, al ser parte de una intervención educativa como las que ofrecemos en nuestros programas, viven una experiencia educativa diferente, que les invita al juego, a la expresión y a sentirse en ambientes de calma, seguros y amorosos en los cuales pueden ser ellos y ellas mismas.

Solo así podremos migrar a otras maneras de experimentar la educación. Unas que nos alejen lo suficiente de la palabra “someter”.



Acerca de las autoras

Aimée Freyre

Trabajadora social por vocación. Cree en la transformación de la realidad a través de la educación y la organización comunitaria. Actualmente trabaja como interventora educativa en Radix Education, con niñas, niños y adolescentes en albergues de Tapachula, Chiapas.


Catalina Moreno

Docente y profesional del Desarrollo Infantil Temprano. Busca que todos los niños, niñas y adolescentes tengan la oportunidad de crecer en un ambiente óptimo que les permita desarrollar su potencial. Se desempeña como Coordinadora Senior en Radix Education, con niñas, niños y adolescentes en situación de movilidad.



Referencias

Berger, P., Luckmann, T. (1968). La construcción social de la realidad. Amorrortu editores.

Bonantini, C., Rizzotto, S., Quiroga, V.F., Tartaglia, H., y Cattaneo, M.R. (2006). La educación como dispositivo de sometimiento y opresión del sujeto. XIII Jornadas de Investigación y Segundo Encuentro de Investigadores en Psicología del Mercosur. Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires

Ortiz Ocaña A. Modelos educativos y tendencias pedagógicas: la pedagogía del amor. bol.redipe [Internet]. 1 de marzo de 2021 [citado 17 de enero de 2023]; Disponible en: https://revista.redipe.org/index.php/1/article/view/1221


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